El País,
,
2013-09-13
El avión desciende como un pájaro sobrevolando el Caribe mexicano y
el verdor de la selva yucateca. Del interior salen grupos de españoles
con gafas de sol y ropa de playa dispuestos disfrutar de los lujosos
hoteles, la arena blanca y las ruinas mayas. Hasta hace unos años este
era el perfil más común en los vuelos Madrid-Cancún. Pero últimamente,
junto con los turistas, caminan otro tipo de españoles. Unos son
treintañeros que quieren abrir un negocio en la costa. Otros buscarán
trabajo en la capital “de lo que sea”. Al menos una veintena lucen ropas
gastadas, pies descalzos y rastas en el pelo. “Esto es lo que me
quedaba por ver”, comenta Laura, actriz y fotógrafa española residente
en México desde hace cinco años, “hasta los perroflautas se han apuntado
a la aventura mexicana”.
Casi todo el grupo “de rastas” parece conocerse: “Vivimos en
Chiapas, allí trabajamos en comunidades indígenas y escuelas
holísticas”, comenta Sara, madrileña de 29 años. “San Cristóbal de Las
Casas se está llenando de hippies, nos conocemos y sabemos cuándo salen
los vuelos más baratos”, añade Jaime, gaditano de 32. Turistas y
trabajadores se miran extrañados. “Que gente más rara viene
últimamente”, comentan. Solo la amplia gama de improperios peninsulares
parecen reconciliarles entre sí.
A México siempre han llegado españoles
ávidos de naturaleza, aventura, folclore o tequila. Pero la crisis está
trayendo otros perfiles. Se trata en su mayoría de jóvenes muy formados
que tratan de dedicarse a lo suyo. Muchos artistas, pintores y actores
encuentran la oportunidad que España no les dio. Trabajadores de
multinacionales se instalan en el país ante el dilema de “ir a México o a
la calle”. Los espíritus “alternativos” encuentran su lugar en el ritmo
tranquilo de la provincia. Y con su dramática desigualdad, el país
también ofrece una salida a los jóvenes interesados en la ayuda
humanitaria. Pero no es oro todo lo que reluce: ahora hay más
competencia y el endurecimiento de la ley migratoria desespera a quienes
tratan de asentarse legalmente. Los que llevan años aquí advierten:
“México es lindo y acogedor, pero poco recomendable para ansiosos y
asustadizos”.Desde que empezó la crisis, la afluencia de españoles aumenta. Según
el Instituto Nacional de Estadística, son la tercera nacionalidad
extranjera en el país (un 4,8% del total), tras la estadounidense y la
guatemalteca. Aunque no hay cifras oficiales (muchos entran como
turistas), la Secretaría de Gobernación estima que casi 8.000 españoles
han conseguido permiso de trabajo en los últimos cinco años. El 1 de
enero de 2012 había 17.956 jóvenes de entre 20 y 34 años, casi 7.000 más
que en 2008. Hay censados más de 100.000 españoles. Algunos expertos
han definido este flujo migratorio como “una tercera oleada”, tras los
avalanchas del siglo XIX y la Guerra Civil
española.¿Las razones? Cercanía cultural, crecimiento económico lento
pero constante, mercado laboral inmenso y múltiples posibilidades de
autoempleo.....
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