Joan Buades | Alba Sud
El reciente naufragio de un barco en las costas de la isla italiana de
Lampedusa en el que fallecieron decenas de inmigrantes, es el último
ejemplo de cómo el Mediterráneo se ha convertido en la segunda frontera
entre ricos y pobres más peligrosa del mundo.
Crédito Fotografía: Noborder Network (bajo licencia creative commons). |
Hoy no es un día normal. Me llega una de esas noticias que tocan bien
adentro por su crudeza. El incendio de un barco salido de Libia que
ocultaba medio millar de inmigrantes clandestinos acumula un mínimo de
130 muertos, entre los que había al menos una mujer embarazada y dos
niños. Habría 200 personas más desaparecidas, a dos pasos de la isla
italiana de Lampedusa, cerca Túnez. Poco antes habían
llegado otros 463 seres humanos, que fueron internados en un campo de
concentración de la pequeña isla fronteriza, que, según su alcaldesa, Giuse Nicolini,
"ya no sabe dónde meter ni los muertos ni los vivos". Hace tres días,
13 eritreos, también seres humanos, murieron al ser arrojados al mar
desde la embarcación con la que querían entrar en Europa por el lado de
Sicilia. Visto desde la todavía confortable Ibiza, muy preocupada por
las inminentes Closing Parties de las macrodiscotecas, parecen
anécdotas terribles íntimamente relacionadas con una Italia
berlusconiana a la deriva. Pero, en la era de Internet, no puedo alegar
ignorancia. Se acabaron las excusas provincianas. Carente de toda Fe, le
pregunto a Google: ¿qué pasa en el Mediterráneo? Y me recuerda en
seguida los asaltos masivos a las vallas de Ceuta y Melilla de hace dos
semanas. Entonces medio millar de "subsaharianos" volvieron a intentar
llegar a nuestro Eldorado y 300 lo lograron haciendo un agujero
de más de 40 metros en el sistema de vallas que hay instalado España
con dinero de la Unión Europea para frenar la avalancha de africanos
dispuestos a todo para vivir mejor o, simplemente, sobrevivir.
La búsqueda tiene éxito. Me he vuelto a equivocar: hoy es un día
bastante normal en el Mediterráneo. Quizá con demasiada víctimas pero
nada excepcional. Según Gabriele del Grande, un periodista comprometido que mantiene Fortress Europe, un blog imprescindible para darse cuenta de la enorme catástrofe humanitaria que está pasando discretamente ante nuestros ojos, desde 1988 habrían muerto en el Mare Nostrum casi 20.000 seres humanos.
¡Cuidado! Sobre una cuarta parte de las muertes tuvieron lugar en el
corredor Canarias - Gibraltar - Baleares. Buena parte de ellas,
desaparecidas en el mar. Ah, y todo ello sin olvidar que unos 400.000
inmigrantes clandestinos son repelidos anualmente en las fronteras de la
fortaleza Europa desde Grecia hasta Málaga y Ceuta. Todo ello en la
cuenca mediterránea, la primera piscina del Planeta, donde vienen a
hacer vacaciones centenares de millones de norte-europeos cada verano.
Es así como, sin grandes titulares, el Mediterráneo se ha convertido en la segunda frontera entre ricos y pobres más peligrosa del mundo, casi al mismo nivel que la de Río Grande que separa a EEUU de México, donde unas dos mil personas dejan la piel año tras año.
Me asaltan dos grandes preguntas: ¿por qué? Y: ¿hasta cuándo?
La primera respuesta la encuentro también en Internet y demuestra la
falta de humanidad de las élites económicas y políticas que manejan el
cotarro. El Mediterráneo ha más que duplicado la población entre 1950 y
hoy en día. Si antes dos tercios vivían en la orilla norte, la turística
y rica, ahora es justo lo contrario. Turquía, Marruecos y Túnez , que
agrupan una cuarta parte de la población de la región, presentan las
mayores desigualdades sociales internas. Mientras tanto, se estima que
el continente africano crecerá de más de 1.000 millones de aquí al 2050.
Sobre todo, en el área subsahariana, en estados fallidos como Níger,
Mali, Chad o Guinea Bissau. Quiero decir que hay una enorme reserva de
candidatos a la emigración forzada a no ser que repartamos un poco de
nuestra riqueza, que el cambio climático no les deje acorralados sin
comer ni beber o que no fomentemos la educación de las mujeres para que
puedan rehuir la esclavitud patriarcal.
Del hasta cuándo, ni idea. Narcotizada por el consumo o por el mono
de no poder hacerlo por culpa de la crisis, nuestras sociedades parecen
abducidas por ídolos maléficos como los mercados, el petróleo, la casta
política neoliberal o nuestro perfil digital. Me perdonaréis, espero,
la heterodoxia de citar la indignación del Papa Bergoglio
ante la matanza de hoy: "Somos una sociedad que ha olvidado la
experiencia del llanto. La ilusión por las cosas insignificantes, por lo
provisional, nos lleva la indiferencia hacia los demás, nos lleva a la
globalización de la indiferencia". ¿Cuando terminará la huelga
indefinida de humanidad, de fraternidad, en el Mediterráneo? ¿Que no nos
damos cuenta que somos tierra de frontera? ¿Que Ibiza o Alicante son tan cerca de Orán como de Barcelona?
Artículo publicado originalmente en catalán en el diario Ara Balears el 5 d’octubre de 2013. Traducción al castellano de Alba Sud.
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